El Ritual de Simeta
La joven Simeta:
La joven Simeta fue una muchacha de vida
regular hasta cierto momento, después de haberse enamorado de Delfis ¾clásico
joven hermoso que se deja querer¾ y después de haberle otorgado sus favores, se ve
abandonada. En su desesperación erótica se dispone a recuperar el amor perdido
mediante operaciones mágicas.
Con patetismo y expresando sin ambajes su
deseo y voluntad invoca a las divinidades que pueden ayudarle en la empresa de recuperar
al bello Delfis. Son estas Selene y Hécate.
La Preparación:
El proceso de invocación requiere
abandonar temporalmente, pero por completo, nuestro modo racional de existencia.
Para ello debemos dar rienda suelta a los placeres y sentimientos más primitivos
y ocultos que tengamos, expresarlos a sus anchas abandonando cualquier tipo de
sentimiento de vergüenza, sonrojo o timidez.
Empezaremos pues escogiendo un lugar
adecuado y encendiendo un fuego, más o menos grande, según las posibilidades de
cada uno y preparando los materiales que usaremos: el rhombos, harina, sal, laurel, una figura de cera o una vela con
algún símbolo personal de la persona en la que se quiera influir. Después nos
desnudaremos completamente y untaremos todo nuestro cuerpo con aceite mágico
mientras abandonamos poco a poco la conexión con el mundo razonable y
comenzamos la invocación.
Aceite Mágico de Simeta
La Invocación:
Se debe repetir, a modo de mantra, el
siguiente texto o alguno similar por el que se tenga predilección, pudiendo
también utilizar las oraciones que de pequeños aprendimos en el colegio. Lo
importante es que claramente se modifiquen y se le dediquen a la diosa elegida,
Selene y Hécate, en este caso, y que nos
expresemos durante todo el proceso con exceso y sin rodeos; mostrando
abiertamente nuestra voluntad egoísta y nuestra patética desesperación e
insultando si es preciso, por así sentirlo en el momento, a quien sea necesario
por haberse interpuesto en el amor que tratamos de arreglar. Para ello nos
ayudaremos con las repeticiones, repetiremos el texto escogido el número de
veces que sean necesarias, hasta que el significado de las palabras desaparezca
fruto de esa mecanización. Llegado este momento, cuando el mensaje haya perdido su significado y el valor mágico esté alcanzando su máximo punto, tendremos que elevar el dramatismo de nuestra actuación, intercalando incluso
unas palabras con otras para quitarle todavía más sentido a nuestro recital, enfatizando
en los momentos en los que se nos dicte desde nuestro instinto inconsciente, creando
un lenguaje nuevo, un vínculo de poder personal con la diosa por el cual se vea
obligada a cumplir nuestros deseos.
Dirigido, en este caso, a la diosa
Hécate, dice así: “Ven infernal,
terrestre y celeste Bombo, diosa de los trivios, guiadora de la luz, reina de
la noche, enemiga del sol, amiga y compañera de las tinieblas; tú que te
alegras con el ladrido de los perros y con la sangre derramada, y andas errante
en la oscuridad, cerca de los sepulcros, sedienta de sangre, terror de los
mortales, Gorgo, Mormo, luna de mil formas, ampara mi sacrificio”.
El Conjuro:
Simeta, después de invocar a las diosas, escogió como intermediario al misterioso pájaro Jynx al que se hace alusión rítmicamente durante todo el conjuro. El origen de este pájaro, conocido también como Torcecuello, fue el castigo que Hera impuso a Jynx, hija del dios Pan, por hacerle un filtro de amor a su marido Zeus, es por esto que parece una acertada elección para este ritual ¾y ya que andamos paseando por la mitología de la antigua Arcadia y solo Dios sabe cuándo volveremos a tener la ocasión, les diré que ese dios Pan, tras aprender de su padre Hermes el arte de la masturbación, gratamente complacido, decidió enseñar el hábito a los pastores arcadios. También se dice que le gustaba corretear a las ovejas, quizás sea este el origen de la leyenda negra que persigue a los pastores, ¡quién sabe! en cualquier caso fue un dios muy querido en aquella región¾.
Jynx Torquilla
“Jynx
trae a mi casa a este hombre… Jynz trae a mi casa a este hombre… Jynx trae a mi
casa a este hombre…” mientras
arroja harina y sal sobre el fuego preparado, en el que arde también una rama
de laurel y derrite una figura de cera, en tanto que gira su rhombos: porque Delfis tendrá que arder
de amor como arde el laurel, derretirse como la cera y dar vueltas a la casa de
Simeta igual que el rhombos gira en
el espacio.
Por último se le contará a la diosa escogida
el proceso del enamoramiento comenzando con un buen número de repeticiones del
conjuro: “Conoce mi amor, y cuál es su
origen, oh augusta Selene… Conoce mi amor, y cuál es su origen, oh augusta
Selene…Conoce mi amor, y cuál es su origen, oh augusta Selene…” e intercalándolo rítmicamente, junto con
el giro del rhombos, durante todo el
relato sin dejar que se consuma la llama.
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