La Vara Fulminante. El Capítulo III

 


A continuación, dado que no hay manera de resumirlo sin dejarse nada importante en el tintero, copio textualmente del libro de don Bernardo Barreiro respetando casi todas las incoherencias gramaticales por ser, quizás, elemento clave del proceso aunque quizás solo se trate de sutil ironía hacia al estilo vulgar e indocto del charlatán, como ya se nos dijo al principio. Indico en cursiva y con letra verde los textos que el practicante debe recitar en voz alta mientras que en original, a pesar de resultar evidente no se indica muy claramente. También cito los comentarios propios del autor a pesar de encontrarse en las antípodas de mi punto de vista ya que muestra esa obsesión tan propia del hombre moderno, ¾da igual de qué época¾, inteligente y cultivado que se cree en la obligación de evangelizar a todo aquel que según su propia idea de la vida se halle en la oscuridad y en la ignorancia, y que a mí tanto me desagrada.




Verdadera composición de la varita misteriosa

 

Llámase la virtud o vara fulminante y a la mitad de ella se divide en dos ramas, una más larga que la otra. (Aquí el manuscrito que consultamos marca una figura como horca de leñador.)

El día víspera de la gran empresa buscaréis una baqueta o vara de avellano virgen, o bravo, que jamás haya dado fruto, y que haga arco o puntas por arriba.

Su longitud ha de ser de diez y nueve pulgadas y media. Luego que la halléis, no hagáis sino mirarla y esperar otro día, que será el día de la acción, para ir a cortarla positivamente al salir el sol. Si tiene algunas hojas y ramitos, se le han de cortar precisamente con la misma hoja de acero que sirvió para degollar a la víctima y que todavía estará teñida con su sangre, para lo cual habrá de tener cuidado de no limpiar entonces dicha hoja.

Comenzárase a cortar la varita cuando el sol empiece a aparecer sobre nuestro emisferio, diciéndose las siguientes palabras”


 “Os pido ¡oh grandes Adonay, Eloin, Ariel y Jehovam, que me favorezcáis y déis a esta baqueta, que yo corto, la fuerza y la virtud de la de Moisés y de la del gran Josué. Os suplico, también, que encerréis en esta vara toda la fuerza de Sansón, la justa cólera de Enmanuel y los rayos del grande Lharia-Thai, Mik   (Esta es una divinidad o un espiritual infernal desconocido en nuestros pueblos, inventado de repente por Kabina en un momento feliz.)   el cual vengará las injurias de los hombres el gran día del juicio. Amén.


Después de haber pronunciado estas grandes y terribles palabras (siempre mirando a la parte del sol caliente), acabaréis de cortar la vara y la llevaréis a vuestro aposento. Buscaréis después un pedazo de palo y lo pondréis del mismo grueso que las dos puntas de la vara, con objeto de llevarlo al cerrajero que ha de preparar dos puntas de acero encorvadas, con la misma hoja que sirvió para degollar a la víctima, procurando queden bien agudos los extremos. Hecho esto y volviendo a casa, trasladaréis por vuestra propia mano estas conteras o puntas de acero a la verdadera vara, y tomando, después, una piedra de diamante la pondréis al fuego para diamantizar las dichas puntas, pronunciando las siguientes palabras:


Por el poder del grande Adonay Eloim, Ariel y Jehovam, venir a traer cuantas materias yo quiera.” Por el poder del grande Adonay Eloim, Ariel y Jehovam, te mando, por la incompatibilidad del fuego y el agua, que separes todas las materias, como se separaron el día de la creación del mundo, Amén.”


Después os regocijaréis en honor y gloria de los espíritus, y estad seguros de que poseéis el más inmenso tesoro de la tierra.

Una doncella virgen os ha de hacer dos velas de cera, virgen también y bendecida. Procuraréis cuatro clavos que hayan servido para el ataúd de un niño… y estad ya preparados para el grandioso auto.

A la tarde siguiente tomaréis la varita fulminante, la piel del cabrito, la piedra esmaltada y dos coronas de verbena, así como dos candeleros y las dos velas de cera virgen, bendecida, hechas por la doncella.

Tomaréis también un fuelle nuevo: dos piedras nuevas (pedernal) y yesca pare encender el fuego sagrado: y para esto una botella de alcohol, una porción de incienso bendito y alcanfor.

Tomaréis también los cuatro clavos que habéis cogido del ataúd del niño… y pasaréis después con toda confianza al sitio donde se debe practicar la grane obra, haciendo puntualmente lo que sigue y dibujando en tierra, con la mayor exactitud, el círculo cabalístico como se os demuestra en esta figura.


 Aquí el manuscrito indica una gran circunferencia, dentro de la cual se halla un triángulo. En la base de este hay escrita entre cruces la palabra “JHS”y a los dos extremos se figuran los dos candeleros. En el vértice se colocará el exorcista, y en el centro los ilusos que piden los tesoros al demonio. No poca rabia habrá a estas horas en el infierno porque divulgamos este secreto. Cualquiera zascandil, ahora, armado de la terrible vara fulminante, hará postrarse a sus pies de zapatero, nada menos que al emperados Lucifer o la príncipe Belcebút, y dará cuatro azotes a alfilerazos cualquier sastre o modista al gran duque Astharot o al general Satanachia, encargando tesoros, empleos, palacios, maridos, etc.


¡Buena la hemos armado!



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